La sencillez de dicho sentimiento
aparece en cuestión de segundos, sin previo aviso. Sin reparo a la duda
inicial, y de cualquier forma o tamaño, entra de lleno en nosotros como una daga flameante.
Sin
escapatoria.
El estado de confusión entra en acción
con miles de preguntas alborotando nuestra mente, dando paso a una sonrisa
tierna y nerviosa, acompañada con el sutil brillo del par de luceros que
visualizan lo que a nuestros ojos es lo más cálido y bello.
“Hogareño y cálido…” Susurran
nuestros labios con el leve sonrojo del romanticismo.
Caímos en las redes del más puro
amor, sin saber el cómo.
Sólo paso. Así de simple, así de sencillo.
La llamarada de miedo es
consumida a cocción lenta, remplazando por el sentimiento de poder y seguridad
que poco a poco nos transforma en la mejor versión de nuestra persona.
El corazón se ablanda, otorgando
el desahogo requerido, con palabras jamás expresadas…
La pregunta sin respuesta… “¿Cómo?”
La luna es la única sabedora de
una secreta noche de desvelo, donde es compartida la debilidad. Sin pena, ni
engaños. Sólo el palpitante latido de
dos corazones encontrando su lugar.
La sonrisa permanente en los
labios y el pensamiento positivo se nos presentan desde el tierno sol naciente
hasta el crepúsculo donde el tintinear de las estrellas despiden al celeste
cielo con ceremoniosa reverencia.
El sentido de pertenencia aparece
inevitablemente al ser sabedores de historias pasadas. Entre lágrimas y peleas,
tratando de proteger cada aspecto cual frágil muñeco de porcelana.
Nos aferraremos a la nueva
persona frente al espejo en la soledad de la habitación.
Aquella que desearía que este
sentimiento jamás terminara y que deslumbra la mirada soñadora y llena de
vida.
Woooo, bonito relato. Y eso que no suelo leer romántica. Great job
ResponderEliminarMil gracias :3
Eliminar